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Mi experiencia como madre y académica

Actualizado: 6 mar 2021

Olga Lucía Castiblanco Abril

Colaboradora Parent in Science Colombia


Una cosa puedo decir con certeza y es que la maternidad no es impedimento alguno para construir conocimiento científico. Nadie debe dejar de cumplir sus sueños por ser padre o madre. Si alguien deja de estudiar por decidir tener un bebé, hará culpable a ese inocente ser de algo de lo que no querría ser culpable. Por el contrario, los hijos son siempre inspiración y compañía en cualquiera que sea el proyecto que emprendamos como padres y no interfiere en nada con el desarrollo del pensamiento científico de los padres, por el contrario, estimula la creatividad.


Aun cuando los estereotipos siguen imaginando que la mujer embarazada o los padres embarazados no deben estar en las aulas de clase y menos si se trata de cursar un doctorado, al menos la realidad que vivimos con mi esposo Diego Vizcaíno, cursando ambos el doctorado en Educación para la Ciencia y embarazados de nuestra hija menor (Belen), cuidando además de la mayor (Zulma) que para la época tenía tres años, nos dice que ¡si se puede y que es maravilloso!


Por supuesto, que sería más fácil y llevadero si existieran políticas y cultura de apoyo a los padres, por ejemplo, tuvimos que llevar nuestras pequeñas a cuanto evento académico y conferencia fuimos, ellas aprendieron a vivirlo, pero hubiera sido mejor que los organizadores de los eventos académicos consideraran organizar un lugar y un equipo de personas de apoyo para dejar a nuestras bebés. También, si el salón hubiese tenido una silla más confortable para soportar sentada las clases de 4 o más horas de duración. O si la beca con la cual me estaba financiando hubiese considerado mi licencia de maternidad. O si algunos profesores y hasta colegas no se incomodaron con el hecho de ver mujeres embarazadas en el aula, entre muchos otros detalles que harían más dignificante el hecho de tener una familia y producir ciencia.


Claro, que ¡salimos adelante! con la ayuda de muchas personas que confiaron en nosotros y nos brindaron su apoyo desinteresado, como los profesores Roberto Nardi y Eduardo Terrazan que nos acogieron en sus grupos de investigación, el colega Jairo Goncalvez y su familia que nos ayudaron a cuidar la bebé mientras tomábamos clase, los colegas colombianos Diana Moreno, Leonardo Martínez y Liz Muñoz quienes nos recibieron a nuestra llegada al Brasil, la sra. Quiteria que nos arrendo su casa y nos facilitó muchas cosas, los compañeros de clase que le hicieron el Baby shower a nuestra pequeña Belén y muchos otros que nos auxiliaron en diferentes momentos y nos permitieron vivir esa interesantísima experiencia de ser padres y académicos. Además, siempre estuvimos agradecemos con nuestras hijas que nos llenaron de alegrías y nos obligaron a sacar tiempo para ir al parque a comer helado, o para ir al cine o a la playa.


A la fecha, ya con nuestras hijas de 9 y 13 años de edad, seguimos enfrentando ciertas situaciones que resultan incompatibles entre nuestro trabajo como docentes e investigadores, y el hecho de ser padres de menores de edad. Por eso, hago un llamado a comprender que el bienestar de los padres embarazados y educando menores, es responsabilidad compartida con la sociedad, porque allí se gesta precisamente la nueva sociedad.


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